sábado, 15 de marzo de 2014 | By: Abril

Curvo


Señorita, ¿me concede este beso?Sólo quiero restregarme contra usted un par de veces por semana durante diez o doce meses a lo sumo, prometo no molestarla más, no inmiscuirme en sus asuntos, como mucho la llamaré un par de veces de madrugada, hurtando sus ojos al sueño, para decirle cuánto la amo y cómo la echo de menos, por lo demás no se preocupe, de las noches en que no nos veamos, prometo suicidarme sólo la mitad de ellas, la otra mitad estaré tranquilo.
Miraré sereno cómo la tarde plomiza se posa sobre la ciudad, veré los coches ladrar furiosos sobre el asfalto, buscaré sus facciones en las caras anónimas que pululan por el centro y ellos me tomarán por un estúpido al ver mi sonrisa (de estúpido) no se preocupe por mí, ya le digo, estaré bien, entraré en uno de esos restaurantes del centro y pediré una ración de pulpo y una botella de vino tinto, el camarero también me tomará por estúpido cuando vea mi cara de felicidad al hincarle el diente al cefalópodo, el camarero sonreirá, le digo, porque ignora el pobre que como pulpo porque yo también quiero ser pulpo, señorita, yo también quiero ser pulpo, para acariciarla a usted y abrazarla con mis tentaculitos, y poseerla con ellos, y después me sentaría al piano y le tocaría jazz como sólo los pulpos pueden tocarlo, porque, ¿sabe, señorita?, si yo fuese pulpo aprendería a tocar el piano sólo por complacerla, pero el camarero no lo entiende, y me mira y sonríe cuando yo rebusco entre las patatas los tentáculos para saber si son tentáculos de pianista, y pienso en los momentos de felicidad y pasión que pudo tener, y le recito las palabras del poeta: pulpo será, mas ¿pulpo enamorado?, y al final suele ocurrir que me entristezco por ese pobre pianista a la gallega, con su anárquica melodía emergiendo entre las patatas y el pimentón, y me bebo el vino y me voy del restaurante, y vago un rato por las calles, pero ya ve, señorita, que no soy peligroso en esas noches, no lo soy porque aún llevaré pegado al cuello el aroma de usted desde la noche anterior, los pulpos somos muy tranquilos, aunque debo confesarle, señorita, que otra cosa será al día siguiente, en esos días enloquezco desde la mañana, ser pulpo me deja una resaca espantosa, noto un demonio dentro de mí, y consigo aplacarlo al principio, con mucho esfuerzo lo mantengo a raya, pero latente, crece, se alimenta de los restos del pulpo, y va ganando terreno poco a poco, hasta que, cuando empieza a caer la tarde ya no puedo contenerlo, sale de mí y me esclaviza, me fustiga, me hace odiarla a usted y odiarme a mí mismo por odiarla y odiar al pulpo por amarla, y empiezo a arrastrarme y se me hiela el corazón y soy una víbora, y salgo a la calle y repto por la ciudad, y no la busco a usted, porque la odio, ya se lo he dicho, la odio, porque miro a los ojos del demonio que me sodomiza y veo su mirada limpia, y creo que usted me odia por ser una víbora, pero luego pienso que simplemente le soy indiferente, le doy exactamente igual, y eso me horroriza aún más, ser una víbora indiferente, porque puedo comprender su odio, ya que su cuerpo no está hecho para ser tocado por una víbora, pero su indiferencia me hiere, y lo que haré, señorita, será buscar consuelo en el hombro del demonio, que me hará beber mil y un whiskies para engañarme, porque sus labios, señorita, lo sé, tienen el regusto amargo del whisky, y en mitad de la noche, con mis escamas de whisky y mis colmillos de odio, el diablo me acompañará hasta la calle de las putas y allí me dejará cómo una presa fácil, y, lo siento, señorita, buscaré sus labios entre los labios de las putas para inyectarles mi veneno, si es que aún tengo veneno, pobre viborilla de madrugada, y por un instante creeré haberla hallado a usted, cuando en realidad son mis colmillos los que hieden a whisky, no los labios de las putas, y mi corazón de sangre fría volverá a arrastrarse por la calle, ya ve, señorita, eso será todo lo que haré el tiempo que no pase con usted, quizá no sea muy ortodoxo, quizá espera usted algo más, lo comprendo, pero piense que yo la necesito para no perder la cabeza, porque yo la amo, y por eso, concédame usted este beso, por favor.

Bruno García

(Carta de Gabriel Rodríguez, ganadora de la II Edición del certamen de cartas de amor Antonio Villalba, organizado por la Escuela de Escritores).
domingo, 9 de marzo de 2014 | By: Abril

El Amor es eterno y siempre está vivo...

       
        Estas palabras calladas y silenciosas las escribo a través de la visión de una madre que le ofreció a alguien especial un mensaje y dijo: quiero que seas mi inspiración, y quiero expresarlo a través de mi nieto

   Alva…
 
        Quisiera deciros que mis hijos son únicos, los quiero como cualquier otra madre quiere a sus hijos. Sabed que nos sentimos orgullosos de vosotros.
        Hoy estamos aquí porque Fernando ha puesto los ojos en esa damisela, tan guapa, linda preciosa y maravillosa , a la que hoy se ha unido. Ahora está  feliz con él; esta pareja estará fundida en un sólo corazón.
        Hoy ya han contraído matrimonio, espero verlos tan felices o más de los que están ahora. Espero que consigan estar juntos el mismo tiempo que nosotros.
        Hace 5 años que mi cónyuge se quedó solo aunque estén sus hijos y demás familia; yo siempre estoy junto a ellos a pesar de que no me vean. Sé que me sienten, cada noche; miran a esa inmensa alfombra celeste, ese reluciente y brillante lucero y dicen ahí está mi esposa, nuestra madre y nuestra abuela… que dejó de estar con nosotros…
        Tuvimos un  amor platónico que no olvidaremos jamás; hasta que en este día tan especial quiso el destino que nos uniéramos los dos y traspasásemos el espejo en un solo corazón.
Hoy celebramos la unión de nuestro hijo con Pilar y nuestras  bodas de oro. Queremos que sientas en este día especial cosas maravillosas…
        Tú nos enseñaste a creer, a dar a sentir, y a compartir momentos inolvidables.
        Abuelo: decirte que seguiremos a tu lado siempre, apoyándote, amándote, más que nunca. Felicidades "Feliz Aniversario" La abuela está aquí con nosotros…
 
  " El amor no muere, solo duerme. El amor de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, nunca se olvida, se renueva día a día. Pero lo más importante es que siempre: queda en nuestros corazones…"

DE TUS NIETOS Y DE TOMAS   
miércoles, 5 de marzo de 2014 | By: Abril

A la madre biológica de mi hijo



Aunque no te conozco y sé que nunca leerás esta carta, quiero que sepas que cuando comencé a escribirla mi intención era escribir una carta de amor a tu hijo, a mi hijo, a nuestro hijo. Pero de pronto me di cuenta que él no necesita cartas de amor de mi parte, él siente mi amor en cada paso de su vida porque como le expliqué la primera vez que tuve que viajar por trabajo, nuestros corazones están unidos por un hilo larguísimo, invisible, pero irrompible.  Me di cuenta que aunque lo he dicho muchas veces, jamás he escrito lo mucho que te agradezco darle vida a tu hijo biológico, a mi hijo, al amor de mi vida.

No sé si estabas del todo lúcida o cuerda el día en que lo concebiste, ni mucho menos el día en que decidiste salir corriendo del hospital y abandonarlo.  Lo que si sé y te agradezco infinitamente es tu decisión de continuar con tu embarazo, la decisión acertadísima de aceptar que eras mental, física, moral y afectivamente incapaz de cuidarlo como él se merecía.

Te agradezco desde lo más profundo de mi corazón haberlo dejado en el hospital, un sitio en donde lo cuidarían y alimentarían, en lugar de dejarlo en un basurero o de llevarlo contigo a una vida de miseria.  Reconozco que a pesar de tu poca lucidez actuaste con el amor que sólo una madre puede sentir, ese amor que es capaz de hacernos sacrificar nuestras necesidades y deseos en aras del bienestar del hijo. Y es por eso que cada vez que alguien te llama irresponsable, yo te defiendo. Porque dentro de tus precarias circunstancias tomaste la decisión más acertada, porque gracias a ti soy la mujer más feliz y realizada de este mundo.

Quiero que sepas que  hoy él es un niño feliz, con una familia que lo adora y que le da sentido a su vida, con “La Familia”, como él la llama cada vez que nos visitan, que disfruta los deportes, que se aburre con las cosas para armar, que es un verdugo jugando memoria, que ama los animales, que sueña con una casa con jardín para tener varios perros, que disfrutó más Roma que Disney, que es fastidioso para comer pero que adora probar cosas nuevas, que come picante y detesta el pimentón, que es desafinadísimo pero adora cantar y bailar, que necesita escuchar y sentir que lo amo constantemente y especialmente, en los momentos en que lo regaño, que tiene una fuerza y energía contagiosa, unos brazos que apretujan hasta que duele y una mirada que  convence a cualquiera, que es sensible ante las necesidades  y carencias de los demás, que disfruta sinceramente compartir, que conversa con todo el mundo, que conoce y acepta sus orígenes con sencillez y humildad, que no dice mentiras, que confía en mi como nadie y que es capaz de amar como si nunca hubiese sido herido.
Quiero que sepas que me diste el regalo más maravilloso de mi vida, que gracias a ti y a ponerme a nuestro hijo en el camino aprendí que los paradigmas están hechos para romperlos, que se puede elegir ser madre soltera si es el momento perfecto, que no hay manual para saber cuál es ese momento perfecto y que sólo la fuerza de una mirada y de un abrazo son los indicios a tomar en cuenta, que es imposible resistirse al amor verdadero por miedo y que si el miedo nos inmoviliza el mismísimo Dios se encarga de hacernos mover. Gracias a ti aprendí que sólo un hijo le da sentido a la vida y que del amor sólo pueden surgir maravillas.

Con esa seguridad es que te puedo decir y firmar con sangre que a pesar de haber pasado los primeros 3 años de su vida en un orfanato, a pesar de y por sus carencias, el abandono y la falta de una familia biológica, hoy, el fruto de tu vientre, mi enano, mi Chino; tiene 7 años y es la criatura más perfecta, amorosa, carismática, juguetona, tremenda, pícara, impulsiva, decidida, activa, sana, generosa y bella que he visto en mi vida.

Gracias infinitas por esos ápices de cordura que te llevaron a tomar las decisiones que tomaste, gracias por regalarle la vida a mi hijo, por ser la portadora de un milagro durante siete meses y por sobre todo gracias por ser parte esencial de esta historia de amor.

(Ira Vergani)