lunes, 6 de octubre de 2008 | By: Abril

Carta del sueño prometido



El otoño intenta emular ingenuamente a la primavera en las noches de luna llena del sur, pero sus pasos de vidrio lo delatan cuando se disfraza de lluvia. Pasa el tiempo sin pasar como si dependiera de un reloj de arena infinitamente lento. Tras los cristales se oye la respiración del viento que llama a mi ventana. En los llanos duerme el polvo hecho barro por la lluvia como huesos de siglos molidos entre las vastas ruinas de la tarde. Mientras tanto en un recoveco del día en el que mi sombra y yo solemos escondernos, voy a la deriva, al encuentro de mí misma en el mar borroso de tu recuerdo...
He encendido una vela blanca en honor a ti, para hacer más íntimo el ritual de enviarte mis pensamientos en un sobre etéreo. Y a medida que sigo escribiendo, siento como tu presencia se hace más cercana.
Puedo verte en tu habitación, una habitación como en la que estoy yo ahora, desde donde te escribo, en cualquier otra parte del mundo...a solas, leyendo mi carta virtual. Hoy te echo especialmente de menos.
Puedo cerrar los ojos y sentir que estás ahí . Puedo ya rozar tu cuello con mis labios...oler tu ropa y tus manos, suaves como una caricia misma, deslizándose por mi espalda...mi cintura...mis caderas. Iniciar el descenso vertiginoso y la escalada atropellada por mis piernas...Y así vamos creando un festín para dos cuerpos a solas.
En la inmensidad de la noche esculpimos un dios instantáneo y tallamos el vértigo por la anatomía sinuosa del otro...Puedo sentir tu aliento y tus labios húmedos en mi cuello. Tus dedos enredados en mi pelo. Puedo notar cómo te estremeces, mientras te aferras a mis muñecas y nuestras manos se unen como si tuvieran miedo a separarse de nuevo. Puedo sentir como tus pulsaciones se aceleran mientras te miro a los ojos con una sonrisa de complicidad, para ver la expresión de tu cara cuando se excita cada centímetro cuadrado de tu piel. Cierro los ojos para sentirte plenamente y oigo las palabras que murmuras en este estado de obnubilación al que llegas...al que llegamos.
Puedo sentir como juntos derrumbamos muros ocultos, viejos pesos muertos que arrastramos desde hace tiempo. Puedo contemplar cómo exhaustos de placer y húmedos de deseo, nos fundimos en un abrazo infinito, y dos cuerpos se convierten en un todo en mitad de la noche –tantas veces necesité esos abrazos...-.Y ninguno de los dos quiere decir nada para no romper ese silencio que lo dice todo...
Sin lugar a dudas el alma existe porque hoy que no estás aquí, siento que me duele...

(La Dama)