martes, 21 de febrero de 2012 | By: Abril

Te odio, te amo


Nunca se me dio bien escribir, tengo faltas de ortografía y con frecuencia confundo las palabras, me cuesta expresar mis sentimientos y jamás le di valor a las cartas, ni si quiera sé cómo empezarlas… Siempre he pensando que las palabras bonitas, las de amor, las elaboradas, aquellas que se escriben los amantes en las cartas, solo tiene cabida en los comienzos, las despedidas y las disculpas falsas y quizá por ello pienses que si ahora te escribo es solo por este miedo a perderte, este miedo que no me dejar comer, ni vivir, ni respirar… y quizá tengas razón.
Porque sí, es cierto, te odio, odio tu forma de cantar y que jamas tengas frío, odio cómo sonríes al equivocarte y hasta que me pidas perdón, detesto que seas sincero, incluso cuando te lo pido, no soporto tu forma de secarme las lágrimas, sobre todo cuando eres tú el que me hace llorar, no me gusta que me grites y tampoco que me des la razón sin batallar… Y sí, es cierto, a veces me enfado y grito y te hago daño, a veces discuto por el simple placer de pelear, a veces juego con tus sentimientos y los rompo y me siento poderosa recogiendo los pedazos… Pero también es cierto que por mucho que lo intento jamás consigo odiarte, que cada vez que me alejo de tu lado, rezo por que vuelvas a buscarme, que con cada lágrima me enamoro un poco más de ti, que con cada palabra consciente de hacer daño me arrepiento más de lo que digo… que a veces soy cruel, egoísta y caprichosa, que me equivoco una y mil veces y que jamás te doy las gracias aunque tú siempre estás ahí para salvarme…
Siempre me preguntaste si lo nuestro era de verdad, si era posible que se hicieran tanto daño dos personas que se aman, antes nunca supe contestarte pero ahora sí, ahora puedo decirte que lo nuestro sí es real y que si dudamos tanto tiempo fue porque nunca nadie nos habló del amor, de ese amor que quiere y hace daño, que te cuida y te maltrata, del amor soberbio, del amor tirano…, nadie nos contó que no siempre es primavera y que las mentiras y los celos son a veces quienes tienen la palabra… Pero el amor nunca es de película, no es ficción, ni fantasía, el amor cuando es real duele tanto como ama. Y aun así no importa lo que duela si es a tu lado donde curo mis heridas, no importan las mentiras, ni los celos, ni la rabia… porque contigo el sentimiento es más fuerte que todas las palabras, porque daría cualquier cosa, lo que fuera, por poder hacerte sonreír, por hacerte sonreír todos y cada uno de los días de mi vida, porque sí… porque, pese a todo, eres lo mejor que me ha pasado y no quiero que te vayas, que me dejes, ni dejarte, no quiero perderte… Porque todavía no sé cómo he tenido tanta suerte de encontrarte.
Por todo eso y más necesito que sepas que te amo, con lágrimas y con sonrisas, con amor y con llanto… pero te amo.
(Marta Cardó Guerra)
sábado, 18 de febrero de 2012 | By: Abril

La biblioteca de los sueños


He construido una biblioteca, Roxanne. En la salita de la izquierda, la que hace pared con el comedor, he construido una biblioteca. Tenía algo de tiempo y primero ha sido un estante y luego otro y al final he terminado por llenar todas las paredes. Si no fuera porque Frances dijo que si tapaba la ventana, me llevaría al psiquiátrico, hubiera puesto un estante también para tapar el sol. El sol desde que te fuiste quema demasiado y a mí ya no me quedan ganas de mirar lo alto que está, pero Frances se ha puesto serio con aquello y he tenido que dejar la ventana intacta.

De todas formas, él no sabe que la biblioteca no es para guardar libros. Los libros ya se guardan dentro de sí mismos, Roxanne, esto ya deberías saberlo. Necesito clasificar mis sueños. Tengo 12 estantes y necesito llenarlos de sueños.

II

El chico de los Campo me ha llamado papá. El pequeño, el de los bucles negros, ha venido por el portal corriendo y gritando papá, papá, papá. A veces aletea, ya te lo dije, que aletea como una mariposa. Venía corriendo y aleteando y yo no le he dicho que no era su padre. Le he cogido y le he llevado a casa. A Berta le gusta que le lleve al chico a casa. Siempre abre la puerta en camisón y me dice que pase y si no fuera por ti, Roxanne, ya lo hubiera hecho. Si no fuera por ti y por el sol, que desde que te fuiste quema demasiado.

III

Es fácil atrapar un sueño. Es una de esas cosas que parecen imposibles. Atrapar sueños, digo. Supongo que te imaginas alguien que va detrás de un sueño, para que no se escape. Al chico de los Campo aleteando para atrapar sueños, pero no es así. Así no se hace Roxanne, así se escapan. Los sueños son horriblemente rápidos como para ir detrás de ellos. Tengo puesto el despertador a las 5:32, todos los días suena a las 5:32. Solo para atraparlos, Roxanne, es así como se hace. Me despierto soñando, me despierto en medio de un sueño. A veces estoy simplemente en un autobús y otras a punto de salvar la tierra de un meteorito. En seguida me despierto en la cama y noto que el meteorito me va a aplastar ahí mismo. Hay que cerrar los ojos. Es fácil Roxanne, tienes que cerrar los ojos y echar fuera el sueño. Te digo que es fácil.

Antes simplemente hacía eso, echarlos fuera, pero desde que construí la biblioteca he decidido clasificarlos. Quiero guardarlos todos y luego volverlos a soñar. Por eso llevo una semana durmiendo en la salita. Ahora, cuando me despierto, en vez de echarlos fuera, los agarro, como cuando cojo al chico de los Campo, y los subo a la estantería.

IV

Hoy me he vuelto a encontrar al chico de los Campo en el portal, Roxanne. Estaba chupando una piruleta y se ha quedado mirándome. Esta vez no me ha llamado papá y yo le he cogido y le he subido a casa. Berta me ha dicho que el chico ha dejado de morderse. Por lo visto, antes se mordía los brazos o algo así y ahora solo mira.

V

Frances se está preocupando porque duermo en la salita. Dice que como siga así me va a tener que llevar al psiquiátrico y yo le he dicho que solo lo hago para no pensar en ti, que el resto de la casa hace demasiado daño. Como no le he dicho lo de los sueños, hoy ha venido con dos cajas de libros para mis estanterías. Ha traído Nabokovs y mucha literatura francesa y me ha ayudado a colocarlos. De momento tengo tres estantes ocupados de sueños y dos de libros. Ni siquiera sé lo que puede pasar si se mezclasen los dos en un mismo estante.

VI

Llevo doce días durmiendo en la salita y ya tengo la mitad de los estantes ocupados. Decidí clasificar los sueños por temas: los de animales por un lado, los de superhéroes por otro, los de muertes por otro… Los tuyos, Roxanne, van a parte. He hecho un estante solo para ti y te sorprenderá saber que está casi lleno. Llevo doce días y ya tengo casi la mitad ocupados. He pensado que tal vez debería haberlos clasificado por orden alfabético, ya sabes, los Balzac a un lado y los Perec y los Proust al otro.

VII

Hoy no ha aparecido por el portal el chico de los Campo, así que he subido para preguntar que le pasaba. Berta me ha abierto vestida y me ha dicho que el chico estaba perfectamente, que incluso había dejado de aletear. Pero yo ni siquiera la he escuchado. La he visto allí, tan vestida, tan tapada, Roxanne, que he necesitado desnudarla. He pasado yo sin que me lo ofreciera y le he puesto el dedo en la boca para que no hablara. Se lo he hecho con fuerza, Roxanne, y luego me he vuelto a la salita. El sol quemaba y he empezado a tapar la ventana. Necesitaba más estantes. Necesitaba un estante para ella.

VIII

Frances me ha dado un ultimátum: o salgo de la salita o me encierra en un psiquiátrico. La ventana ya esta tapiada entera y aunque él no lo sabe, casi todos los estantes están llenos de sueños. Me trajo literatura Rusa y Polaca que he tenido que esconder debajo de la cama porque ya no entran, así que le he dicho que se la presté a la parroquia, para que los críos leyesen.

IX

Últimamente paso mucho a visitar al chico de los Campo.
Primero se lo hago a Berta y la mando callar y luego voy a verle. Él ha dejado de mirarme, ahora ni aletea, ni muerde ni nada, simplemente dice papá y luego se queda en una esquina.

X

Roxanne, esto es el fin. He llenado la salita de sueños.
Ayer saqué todos los libros de las estanterías y esta noche no he dejado de soñar. Ya ni siquiera sé clasificar mis sueños y ahora vagan a sus anchas por ahí. Esta mañana, después de hacérselo a Berta, he venido a la salita y me he encontrado con que todos los sueños se habían mezclado, que saltaban de un lado a otro, que hasta se escapaban por la puerta. El dinosaurio comiéndose a Berta y el meteorito con forma de autobús cayendo desde un ascensor. He tirado los estantes abajo, Roxanne, todos y cada uno y he abierto la ventana para que se fueran.
Pero cuando ya se estaban yendo, cuando ya desfilaban los dinosaurios y los Nabokovs y los autobuses y los meteoritos por el cielo, he visto algo al fondo. He necesitado abrir mucho los ojos, Roxanne, para ver como el chico de los Campo se iba, aleteando por la ventana. Te digo que he necesitado abrir mucho los ojos, porque no sabes, ni siquiera puedes imaginar, como quema el sol desde que te fuiste.

Nota: Carta ganadora de la XI Edición del certamen de cartas de amor Antonio Villalba, organizado por la Escuela de Escritores. de Irene Cuevas
jueves, 16 de febrero de 2012 | By: Abril

Carta sobre la mesa


Me despido de los largos besos de tu boca delatora, de los abrazos que en la madrugada me sobraron, de los sábados de Piaf y las tardes de Nietzsche, de los hijos malparidos de tu tibieza.

Adiós a Bolaño leído desnuda en la alfombra que amparaba tu desorden, a la ducha helada, a tus urgencias y a las conversaciones que nunca tuvieron pauta y siempre puertos, a los sentimientos bastardos, a tus labios que me buscaban convencidos.

Desalojo de tus sábanas a Oliverio, a Pessoa, a Hanna Arendt ocupada como almohada de motel. Me despido en versos, en sonetos invertidos, en sinfonías y en solos angustiados. Lanzo besos a tus vecinos que almorzaban arrocito al ritmo de mis nalgas golpeando la pared.

Te aviso que no te devuelvo Rayuela, ni los libros de Germán Carrasco, que dejé en el refrigerador tu cena, y en tu cama, dos cuadernos en blanco.

(Milita Babilónica)
lunes, 13 de febrero de 2012 | By: Abril

Carta a mi amor


Quiero dormir contigo sin la urgencia del deseo, velar tu sueño y decirte lo mucho que te amo sin que me oigas, acariciarte entera sin ni siquiera rozarte, llevarte a los paraísos de mi imaginación en donde habitas sin saberlo. Saborear la suavidad de tu ternura y besar esas manos cansadas de tanto darme vida.

Quiero mirar ese cuerpo, casi de terciopelo, que tantas veces gozo y que otras veces arropa mis ásperos humores y mis días de tristeza.

Quiero acunarme en ti, en tus cálidos y solidarios brazos, que nunca niegan su caridad a éste herido, tan comprensivos, que a veces hacen daño.

Me detendré en ti un momento, aunque quisiera que el aire fuera eterno, quiero tener tiempo de verdad para mirar sin verte y verte sin mirarte.

Deseo conocer ese espacio de ti que no conozco y que es un territorio prohibido a mi esperanza, no puedo entrar en él, y vivir contigo esa aventura tan inmensa que en sueños me hace reír (¡Qué celos de los que te arrancan esa sonrisa!) Y otras gemir de miedo (¿Quién se atreve hacerte sufrir de esa manera?).

Quiero ver tu rostro cuando no lo diriges, oler el perfume que envuelve tu abandono...

¡Cómo es posible que digas que te ignoro, cuando mi profesión es ya casi querer!

Quiero aplaudir tus desvelos, sin que notes lo mucho que te quiero ¿Qué sería de mí si no lo supieras?

Quiero, por fin, amanecer contigo, tranquilo y confiado.

Y decir que éste también soy yo…

Y así también te quiero.

(Claudio Abrego)
domingo, 5 de febrero de 2012 | By: Abril

Paréntesis

Camino despacio haciendo memoria, porque ahora mismo para mí tú eres sólo melancolía. Amarga melancolía que trago como quien traga la medicina para el dolor de pensamientos. Me duele pensarte todavía. Si quisiera olvidarte sin duda podría hacerlo, al menos eso cree mi autoestima, pero prefiero que seas un paréntesis en el relato de mi vida, una nota aclaratoria a mi estupidez reiterada. Así podré castigarme acordándome de ti siempre que vuelva a sentirme culpable. La ciudad huele a castañas asadas porque ya es otoño y si por mí fuera no volvería a tener primaveras, pero pensándolo mejor, me gusta imaginarte muerta en mi corazón, llevándote flores que calmen mi conciencia y sin primavera, no tendría flores que llevarte. A pesar de todo sé que sólo es un mecanismo de defensa porque nunca podré matarte de mis pensamientos, echaste raíces. Siempre dijiste que era un sarcástico con mala sombra y escaso sentido del humor. Ya sabes que yo pensaba de ti que eras un ser carente de sentido del amor. Además, tal vez tenga mala sombra pero recuerda que para tener sombra, mala o buena, primero tienes que lucir. No estoy resentido, aunque te lo pueda parecer, sólo es que mi dolor tiene memoria y a veces le ruego al cielo que enferme de amnesia permanente pero, ya ves, no siempre se tiene todo lo que se quiere. Te desearía lo mejor, pero he de confesar que no soy tan buena gente, por eso sólo te deseo que te ocurra en cada momento lo que me haga sentir mejor en cada instante. Estoy en la fase en la que todavía disfruto con tus miserias. Al fin y al cabo si yo me tragué tus mentiras no debería molestarte que yo te vomite mis verdades. Desde que te fuiste sufro ataques repentinos de sinceridad, me lo estoy mirando. Pues eso, querido paréntesis, que estaba pensando en ti mientras camino despacio por la ciudad. Hace frío y me duele pensarte, pero albergo la esperanza de que bajen las temperaturas y se me congele tu recuerdo al menos por unos instantes.
(José Enrique)