martes, 19 de febrero de 2013 | By: Abril

El perro de mi amor

 
Esa que, estable, habla de reproches y halagos. De injurias y simplezas. No es fácil estar enamorado sin equivocarse. Y, ella, lo sabe perfectamente. Tanto que no duda en no contestar a múltiples cartas de versos, tal vez, vivos. Son demasiado efímeros para ser verdaderos. Son demasiado cortos para colmar un espíritu evasivo.

Ese que domingo tras sábado acude al estrado del presente a convivir. Ya que, en el pasado están todas las respuestas. Ya que, en el pasado están todas las preguntas. Incluso, las del necio que se hace pasar por sabio. Su tonta terquedad es demasiado grande. Tanto que piensa que el roce del cariño hace el amor. Cuando es al revés: es el roce del desamor el que hace el cariño. Aunque cree que todo es un lugar en el sol equivocado. Mal rehecho con el paso del tiempo.

El que juzga el blanco y negro del corazón con el mismo calor que el color de su espejo. Ese brilla en noches de luna contigua. Contigua y ceñida según los pálpitos de la oportunidad. La que, en la playa, alquiló un apartamento sin piscina por dos meses. Sabía que la cama sobraba. En el suelo nadaba la abundancia de la oquedad. Esa por la que te quiero sin saberlo. Únicamente es un sentimiento. Eterno. Como tú.

(Marcos, del programa "Es Amor")