martes, 19 de febrero de 2013 | By: Abril

La carta que no llegó


Me encontraste a plena luz del día cuando tan solo podías verte en mis grandes gafas blancas por que arrastrabas todavía la oscuridad de la noche. Ese día me nombraste tu novia, me esperaste en la puerta del teatro hasta que salí. No querías estar solo y nos fuimos de zapatos... un par de tiendas pero no encontré los míos. No querías estar solo y nos fuimos a mi casa. veinticuatro horas juntos en una habitación inmensa que dijiste te encantó.

Con un vestido de novia nos casamos, ante la mirada escrutante de las guapas pin ups que decoraban mi habitación. Una música exquisita nos acompañó toda la noche... junto con juegos de manos, mis pósters de cine, historias de superhéroes y poderes mágicos... tú querías volar y hacerte invisible, yo teletransportarme a cualquier época de la historia en cualquier momento. Tu pasión por Cuba y su revolución, las palabras de Nietzsche "La vida sin música es un error", tu tendencia social demócrata, tu filosofía de vida, "Un matrimonio empieza por una buena conversación...", dijiste, tu alergia al plástico, y tu último encuentro con ella hace un mes escaso...

Cuando habló el estómago llegó el servicio de habitaciones, una cena exquisita para dos locos en su encuentro con el destino, salmón y champagne para un momento irrepetible, un precioso brindis para un momento inolvidable en un día perfecto. La canción que sonaba lo decía "It´s a perfect day" de Iggy Pop. Tú la elegiste. Un día perfecto al que le quedaban contadas horas.

Cerramos los ojos y el deber nos despertó. Una hora exacta, un lugar concreto y una obligación que cumplir.

Abandonamos la suite y un café con flores frente a un precioso museo con un ascensor transparente nos acercaba al final...

Como la casa de Amelie, en lo más alto del acantilado con una piscina al borde del precipicio, un palé de madera de subida y un tobogán de bajada, "en la costa azul sería perfecta", te dije, "me faltan los enanos..", alegué, "ya llegarán...", respondiste.

Jaque Mate. Te invité a un café y terminó la partida. La educación se antepuso a lo que de verdad sentías, y en el último momento me pediste el número porque sabes estar, aunque hubiera preferido que no lo hicieras, la ilusión creció en mí y nunca llamaste...

Pasaron los días y aquí estoy ahora, recordando ese día con sus veinticuatro horas en el que me hiciste la persona más feliz del mundo, gracias.

Dos mundos opuestos se atrajeron. Tu realidad no era la mía. Por eso ahora la escribo de ésta manera, tú lo viviste como un sueño más del que te acuerdas a trozos, mientras que yo lo recuerdo absolutamente todo, vivido en su más plena intensidad. Esa es la diferencia entre los dos. Vivirlo como un sueño es pasar de puntillas, y vivirlo sin antifaz, dándote de bruces con la realidad es pisar con pies de plomo. De ésta manera el olvido es mucho más difícil, pero... ¿Sabes qué pienso?, que el mundo es de los valientes, los que viven la realidad sin miedo y pisan con fuerza.

Un beso,

(Miss Lollipop)