miércoles, 20 de febrero de 2013 | By: Abril

Querido Andrés:



Cualquier día te escribo una carta.

Te escribo una carta y te saco los colores. Cualquier día te pongo en unas hojas algunas de las cosas que me haces sentir. Cualquier día.

Te escribo una carta y te digo que me haces feliz. No que me haces muy feliz o muchísimo. No. Porque si pongo un adverbio, seguro que me quedo corta. Simplemente: me haces feliz.

Cualquier día te escribo una carta y te cuento que de verte todos los días me rebosan las sonrisas. Que quizá mañana o dentro de poco deje de verte tan a menudo, pero que no me preocupa, ni me asusta. Sé que estas ahí y sabes que yo estoy. Lo sé, lo sabes. Estamos y nos tenemos.

Cualquier día te escribo una carta y te digo que te quiero. Ya te lo he susurrado algunas veces, pero tengo la firme intención de repetírtelo muchas veces y la convicción de que te gusta escucharlo.
Cualquier día de estos me siento a escribirte una carta, una carta de amor, por supuesto. Y te cuento que no tengo muy claro por qué te quiero. No sé si por cómo eres o por cómo me haces ser. No sé si por lo que siento o por lo me haces sentir. No sé si por lo feliz que me haces o por lo que haces para que yo sea feliz. No lo sé, pero la causa no es importante, si la consecuencia.

Cualquier día te pongo por carta que me he propuesto hacerte sonreír a cada momento. Me he propuesto pintar de colores las paredes de tu vida, plantar flores al margen del camino que recorres, sembrar de luces los túneles oscuros donde te pierdas y hacer que nazca música en los silencios que te agobien.

Cualquier día te escribo una carta. E intento convencerte de que si escribo esto es porque tengo la suerte de conocerte, que si puedo juntar cuatro palabras es porque me haces sentir viva , feliz y completa, que si soy capaz de escribirte una carta como esta, es porque tú, cuando sonríes, me haces mejor persona. Y te demuestro que nadie puede darme mas de lo que tú me das. Porque tú me quieres. Y no hay nada mejor que eso.

(Inés)